No más pesas

Mateo 11:28

 ^“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”.

Mónica suspiro mientras leía su clase de de palabras. Desea que su papá aun viviera en casa. Él siempre le ayudaba a estudiar.

–      Mónica – la voz de su mamá sonaba molesta – Esta es la tercera vez que te llamo.

Mónica había notado que su mamá no tenía la misma paciencia que antes. Y siempre parecía estar cansada y triste.

–      Perdóname – dijo Mónica, tomando su asiento en la mesa – no tengo hambre – dijo con su voz temblorosa – estoy inquieta pensando cómo vamos a hacer hasta que consigas empleo. Me esfuerzo por mejorar en el colegio para que estés más contenta. He tratado le limpiar lo que ensucio para que no grites – las lagrimas corrían por las mejías de Mónica – Me preocupa que papá no vaya a regresar.

–      A mí también me preocupa – admitió su mamá abrazándola.

–      ¿Se encuentra alguien en casa? – interrumpió una voz alta y alegre a la puerta de la cocina.

–        ¡Tío Juan! – exclamo Mónica. Y luego señalo hacia sus muñecas y tobillos – ¿Por qué estas usando eso?

–      ¿Mis pesas? – tío Juan sonrió – Las uso cuando corro. Me ayudan para fortalecerme para la maratón – explico – pero puedes apostar que no las usare para la carrera – y se fue rápido para continuar con sus ejercicios – Animo – dijo al salir.

–      No me imagino poniéndome tantas pesas encima – dijo Mónica a su mamá – Correr ya es sufrientemente difícil.

–      Parece una tontería – contesto su mamá – Pero parece que nosotras estamos haciendo lo mismo, y estamos usando pesas en la misma carrera.

Mónica levanto su muñeca y una pierna para mostrar que no era cierto.

–      No es a eso a lo que me refiero mi amor – dijo la mamá – Nuestras pesas van por dentro, pesas como una mente llena de preocupaciones.

–      Pero no podemos quitarnos esas pesas – dijo Mónica – No nos podemos zafar de ellas.

–      Las nuestras también se pueden zafar – dijo su mamá con nuevas esperanzas – La Biblia dice que echemos todas nuestras preocupaciones sobre el Señor. Así que, ¿Por qué hemos esperado tanto? Vamos a orar ahora mismo y a confiar de verdad en que Dios se hará cargo de nuestra situación. Si lo dejamos, Él llevará las pesas por nosotras.

Recuerda:

Pídele a Dios que te ayude a llevar las cargas  de tu vida, y que te llene de sus fuerzas para vivir.

Autor: Carolina de Valle

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