El césped arruinado – Carolina de Valle – Devocional Infantil

El césped arruinado

Lucas 8:11césped arruinado

“La parábola es ésta: la semilla es la palabra de Dios”.

Jairo Salió después de ver a su amigo Natán en el patio de al lado.

– ¡Oye Jairo! – lo llamo Natán desde su lado de la cerca que separaba los patios – ¿Quieres jugar futbol? Tendremos que jugar en tu patio porque papá dedico dos días para sembrar más césped. Y ¡Adivina que! Mi hermanito y sus amigos volvieron a arruinarlo.
– ¿Cómo lo hicieron? – pregunto Jairo asomándose por encima de la cerca para ver el patio de Natán.
– Pues ellos pensaron que podían ayudar sembrando mas semillas, pero en realidad pisaron lo que mi papá ya había sembrado y todo quedo hecho un desastre – dijo Natán riendo. – Tuvieron que repetir toda la operación y ahora papá dice que nadie puede entrar – Natán lanzo la pelota – ¿Puedes jugar? – pregunto otra vez.
– No – dijo Jairo negando con la cabeza – En este momento tengo que ir a una tonta reunión de la Iglesia – dijo – allá solo cantamos y escuchamos la predicación. ¡Es tan aburrido!

Al escuchar la voz de su papá que lo llamaba Jairo salió a toda prisa.

– Pobre señor López – dijo Jairo al contarle a su papá lo que le ocurrió a su vecino con el césped – tanto trabajo para que su hijo lo arruinara.
– Entiendo cómo se siente – respondió su papá – Veras… también he trabajado muy duro en sembrar una semilla, que es la palabra de Dios. Le he hablado al señor López de Dios durante tres años. Por fin mostro algo de interés la semana pasada. Hizo muchas preguntas y Natán también.
– ¿Deberás? – exclamo Jairo. No se imaginaba que Natán pudiera estar interesado en conocer acerca de Dios.
– Justo antes de llamarte escuche que le dijiste a Natán que la Iglesia es muy aburrida – dijo el papá – Y temo que eso no ayudara a que la semilla de la palabra de Dios crezca.
– Eh… yo… espero no haber arruinado lo que tú sembraste papá – dijo Jairo en voz baja – En realidad… lo siento mucho.

Recuerda:

Asegúrate de no arruinar lo que otros han sembrado quejándote de la Iglesia, mostrando indiferencia hacia la palabra de Dios o comportándote de manera egoísta y poco amigable. Tus palabras y acciones deben contribuir al crecimiento de la semilla.

Autor: Carolina de Valle

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