Cuando Dios hace el regalo – Graciela Otranto – Devocional Infantil

Cuando Dios hace el regalo

“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre,
les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” S.Juan 1:12

Con el deseo de olvidar una infancia penosa, Eduardo se dedicó al trabajo. Sólo le interesaba acumular una gran fortuna. Hasta que logró ser un hombre muy rico.
Pero al llegar la Navidad volvía a sentirse tan solo y triste como cuando era pequeño.

–Esta vez será diferente – pensó a la vez que marcaba un número de teléfono y pedía hablar con la directora del Orfanato, que él ya conocía.

Eduardo le explicó a la mujer que este año quería compartir la Navidad con uno de los huérfanos, el que a su parecer haya tenido la vida más desdichada. Acordaron que los pasaría a recoger su chofer para conducirlos a la mansión en la que vivía.

Entusiasmado, Eduardo adornó la sala y encargó la más sabrosa comida de Navidad. Además se pasó horas escogiendo un regalo especial para el muchacho. La señora Ellen llegó acompañada por un niño de unos diez años, flacucho y vivaz, que se abrazó al cuello de Eduardo apretándolo con fuerza.

– ¡Guau! ¡Qué hermosa casa tienes! –exclamó deslumbrado. Y examinaba todas las cosas sin dejar de dar expresiones de asombro.

Durante la cena tuvieron tiempo de disfrutar de las sorprendentes anécdotas que contaba el dueño de casa. Cuando llegó el momento de abrir los regalos. El pequeño corrió en busca de su paquete, rompió el envoltorio y comenzó a dar exclamaciones de alegría.

– ¡Un tren! ¡Un tren como el que siempre he soñado!– palmoteó haciendo bochinche, a la vez que miró a Eduardo para afirmar con pena – Pero yo no te he traído ningún regalo.

Eduardo y la señora Ellen sonrieron conmovidos. El hombre comenzó a armar los rieles para que el tren pudiera funcionar, a la vez que conversaba con el niño.

–Sabes – le dijo tratando de encajar una pieza de la vía con la otra – los dos tenemos una historia parecida.

– ¿Una historia parecida? ¿Por qué lo dices?

– Porque los dos somos huérfanos, no tenemos padre.

– ¡Yo sí tengo padre! El mejor padre del mundo – exclamó el niño sin quitar la vista de lo que estaba haciendo.

Eduardo miró con desconfianza a la señora Ellen.

–Usted me dijo que él era un huérfano –le reprochó sintiéndose engañado.

Inquieta, la señora Ellen, tomó al niño del brazo y lo retó:

– ¿Cómo te atreves a mentir de esa manera? Tú eres un niño huérfano.

–No señora, yo tengo un padre, un padre maravilloso. Él nunca me ha abandonado.

La mujer estaba por estallar de cólera y de vergüenza. Abría y cerraba la boca buscando una explicación para tan embarazosa situación. Entonces, con toda tranquilidad el niño les comenzó a explicar.

Yo no soy huérfano, mi padre es Dios. El es el único padre que he tenido, el mejor del mundo. ¡Qué pena señor, que usted no tenga un padre! Eso sí que es triste, debe sentirse muy solo. Pero si quiere…podemos ser hermanos…Mi padre tiene lugar en su casa para muchos hijos, seguramente él estará muy feliz de saber que tiene un hijo más.

Después de unos segundos de silencio se oyó un susurro que decía:

– Acabas de darme el regalo de Navidad más hermoso de mi vida.

La señora Ellen miró a Eduardo, él estaba llorando, lloraba como un niño que por fin se encuentra con su padre.

Textos que dan lugar al relato

“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre,
les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” S.Juan 1:12 (VRV)

“Aunque mi padre y mi madre me abandonen,
El Señor me recibirá en sus brazos” Salmo 27:10 (NVI)

“Seré para ustedes un Padre,
Y ustedes serán mis hijos y mis hijas,
Dice el Señor Todopoderoso” 2 Corintios 6:18 (NVI)

 

 

Autora: Graciela Otranto

graceotranto@gmail.com
http://graceotranto.blogspot.com.ar/

Escrito para www.devocionalinfantil.com

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