El cerezo – Graciela Otranto – Devocional Infantil

El cerezo

1 Pedro 4:10
“Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios”

Si había alguien talentoso, ese era Martín. Tocaba maravillosamente la trompeta, hacía unos dibujos hermosos, y tenía una habilidad especial para la carpintería. Pero dos de sus compañeros se dedicaban a hacerle la vida insufrible. Ellos siempre estaban detrás de los elogios que se le hicieran, con el propósito de burlarse, o desmerecer abiertamente las muchas cualidades de Martín. Siempre le arruinaban los mejores momentos, generando dudas e inseguridad en él.

Una vez más conversó con su mamá sobre el asunto.

–No permitas que ellos malogren los dones que Dios depositó en ti – le repetía una y otra vez su mamá.

Pero Martín, estaba convencido que él no era tan habilidoso como la gente pensaba, los comentarios y las insinuaciones de esos niños lo avergonzaban. Ellos siempre lo ridiculizaban con palabras crueles y odiosas. Esta situación le afectó tanto, que prefirió dejar la trompeta de lado. Escondió sus dibujos en una carpeta que ocultó debajo de su cama. Y no puso más esmero en el taller de carpintería.

Una tarde, al llegar a su casa, se encontró con su vecino, el señor Osvaldo. El hombre estaba tan contento que se puso a conversar con él.

– ¡Martín! este año probaremos las exquisitas cerezas de este árbol – le dijo a modo de saludo, mirando complacido el árbol repleto de bellas flores blancas – Cosecharé una importante cantidad de frutos – sonrió dichoso.

Martín, echó un vistazo al árbol, sin duda todas aquellas flores aseguraban una cosecha abundante.

Pero un día ocurrió algo que dejó pasmados a todos los vecinos: las perfumadas flores blancas estaban todas caídas en el suelo. Alguien sin corazón se había encargado de que no quedara una sola flor en el árbol.

– ¿Qué penoso lo que ocurrió con el árbol de cerezas, verdad?– comenzó diciendo su mamá.

– Nunca pensé que pudiera existir gente tan dañina – respondió Martín recordando las flores caídas.

– No permitas hijo, que ocurra con tus dones lo que ocurrió con las flores del cerezo. Cuida tus flores, o mejor dicho, tus dones, para que den fruto, porque habrá quienes estén interesados en que pierdas tu cosecha, pero sé valiente y cuida lo que Dios te dio.

¡Qué desilusión se llevaron sus dos compañeros cuando intentaron de nuevo avergonzarlo! Martín recordó las flores caídas y aquella cosecha malograda: Entonces, hizo sonar su trompeta hasta dejarlos sordos, pintó un mural en la pared del aula y otro en el patio del colegio. La directora apreció su talento y lo nombró ayudante del profesor de carpintería ¡Martín convertido casi en un maestro, dando clase a los muchachos!

¿Dónde quedaron los que pretendían pisotear las flores de sus dones? Tal vez se han ido, o quizá se han escondido, lo cierto es que han desaparecido.

Textos Bíblicos que dan lugar a la Meditación (RV)
1 Pedro 4:10
“Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios”

1 Timoteo 4:14“No descuides el don que hay en ti, que te fue dado….”
Efesios 4:8
“…y dio dones a los hombres.”

Mateo 25:15
“A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno,
A cada uno conforme a su capacidad…”

 

Autora: Graciela Otranto
graceotranto@gmail.com
http://graceotranto.blogspot.com.ar/

Escrito para www.devocionalinfantil.com

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