El picaflor y la mantequilla – Graciela Otranto – Devocional Infantil

El picaflor y la mantequilla

Porque los ojos del Señor
Están sobre los justos,
Y sus oídos atento a sus oraciones.
1 Pedro 3: 12

Había una vez, un picaflor que aterrizó sobre un montoncito de mantequilla, la que alguien olvidó sobre la mesa del patio.

– ¡Qué buena pista de patinaje! – pensó el picaflor, quien al intentar deslizarse sobre la supuesta pista imaginaria quedó plantado en ella.

Con mucha dificultad, pudo apenas mover una de sus patitas. Pero la mantequilla no era nieve como él se había ilusionado y al pasar las horas y aumentar el frío de la noche, la mantequilla se fue endureciendo más y más. Sus patas quedaron enterradas en esa sustancia que ya no era tan cremosa como antes.
Desesperado, agotó todas sus fuerzas por salir de allí, hasta que cansado y muy desalentado, se derrumbó sin esperanza sobre la mantequilla. Temiendo quedar ahí para siempre, el picaflor alzó su mirada triste al cielo y comenzó a orar.

–Señor – le dijo a Dios – Me he metido en un problema muy serio. ¡Mírame! aquí estoy moribundo en este montículo de pasta amarillenta. Mis pobres patitas están enterradas y temo que ya no podré salir ¡Ayúdame Señor!

Entonces le pareció escuchar esa Voz que habla dulcemente al corazón

–Paciencia, hijo querido, ten paciencia.

Nadie lo escuchó llorar, pero lo cierto es que el picaflor lloró hasta que se quedó dormido sobre la pasta firme y blanquecina que lo tenía atrapado. A media noche se despertó sobresaltado, pensó feliz que el milagro podría haber ocurrido, pero se sintió completamente decepcionado cuando notó que la sustancia se había puesto tan dura como una roca. En ese momento pensó que había sido en vano su oración, que Dios no escucha a los pajaritos, y sin Dios, él estaba completamente perdido. Aún así volvió a escuchar aquella Voz dulce y afectuosa:

–Paciencia, hijo querido, ten paciencia.

La noche fue pasando lentamente y el día apareció en el firmamento. Las estrellas dejaron de brillar y los primeros rayos del sol iluminaron el cielo. Pero él había quedado como desmayado sobre el montículo blando que lo tenía atrapado. Se sentía tan abandonado por Dios que ni siquiera quiso abrir los ojos para ver, ni mover las patas para comprobar si el milagro había sucedido. El era un pájaro desesperanzado, sin fe. Pero Dios, que le había dicho que tuviera paciencia, estaba ahí tan cerca de él como lo estuvo siempre.

El incrédulo picaflor no pudo percibir el milagro que estaba ocurriendo a su alrededor: el sol estaba derritiendo la mantequilla. Y aunque ya podía mover sus patatitas con facilidad, su falta de confianza en Dios se lo impedía. El estaba convencido que seguía cautivo, aunque en realidad ya estaba libre. El calor derritió completamente la mantequilla, que se transformó en un líquido espeso sobre el que, sin percibirlo, se fue deslizando suavemente. La mantequilla derretida lo condujo hasta el borde de la mesa, y descendió por las patas de la misma, hasta que lo depositó en el suelo, sobre la hierba verde y perfumada. Era el medio día.

¡Qué agradecido se lo vio al picaflor cuando miró hacia el montículo de mantequilla y ésta había desaparecido! Y él, sano y salvo pudo comprobar cuán necesaria es la paciencia, confiando en que Dios siempre escucha las oraciones de sus hijos, y a su tiempo él mandará la ayuda que necesitamos.

Textos Bíblicos
1 Pedro 3: 12 “ Porque los ojos del Señor
Están sobre los justos,
Y sus oídos atento a sus oraciones..”

Mateo 21:22 “ Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo,
Lo recibiréis”.

Mateo 7:7 “ Pedid, y se os dará; buscad, y hallareis;
Llamad, y se os abrirá.
7:8 Porque todo aquel que pide, recibe;
Y el que busca, halla; y al que llama,
Se le abrirá.”


Autora: Graciela Otranto
graceotranto@gmail.com
http://graceotranto.blogspot.com.ar/

Escrito para www.devocionalinfantil.com

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