El premio mayor – Graciela Otranto – Devocional Infantil

El Premio Mayor

“Bienaventurados los de limpio corazón porque ellos verán a Dios”

Mateo:5:7

Como una manera de estimular a los chicos, este año las autoridades del colegio habían decidido recompensar a aquellos alumnos que tuvieran el mejor promedio, a quienes llevaban la bandera, a los que se habían destacado en diferentes áreas: deporte, arte, maqueta, y por último, al mejor compañero. Los seis primeros serían recibirían un viaje a las Cataratas del Iguazú. Nicolás soñaba con hacer un viaje como ese ¡Ver el espléndido espectáculo de las Cataratas!

El salón de actos estaba repleto, se habían hecho presente padres y familiares, como así también importantes autoridades del distrito.
Con el correr de las horas, la ilusión de Nicolás se fue desmoronando. Nunca se pronunció su nombre y ahora venía el último reconocimiento, al mejor compañero. Pero ese honor a él no le importaba. Los premios ya estaban dados y la verdad era que él nunca vería las espléndidas Cataratas. Silencioso, estaba por salir del salón cuando oyó que los parlantes emitían su nombre.

–Nicolás … ha sido elegido por todos como el “Mejor Compañero” – proclamaba el profesor tratando de identificar la figura de Nicolás entre la gente.

Una vez más todos los que estaban en la sala comenzaron a aplaudir. Sus padres y sus familiares se pusieron de pie como si él hubiera recibido el más grande de los honores. Nicolás se sintió incómodo por la inesperada reacción de todos, parecía que nadie se daba cuenta que era sólo el premio al “Mejor compañero”.

Mientras él llegaba a la plataforma, escuchó que el profesor les decía:

–Si alguien se merece este premio, ese es Nicolás, porque él es un gran chico. Tiene un corazón limpio, sus intenciones son siempre buenas.

El aplauso, estridente, lo apabulló, así que lo recibió rápido y rápido bajó de plataforma. Quería borrarse de ese lugar, irse de allí cuanto antes; así que con una excusa cualquiera les pidió a sus padres que regresaran a la casa. Cuando su mamá entró al dormitorio de Nicolás, lo encontró con el diploma arrugado entre sus manos.

–Esto no me importa – se lamentaba entre sollozos – yo quería ver la grandeza de las Cataratas.

–Todos estamos muy felices con el premio que recibiste –le dijo ella, consolándolo – el tuyo fue el premio mayor.

Nicolás alzó la mirada húmeda hacia su mamá.

–En virtud del premio que recibiste verás cosas más espectaculares que unas cataratas. Ninguno de los otros premios da la bendición de ver lo que tú verás. Entiende hijo mío – agregó secando las lágrimas de Nicolás – que sólo los que tienen un corazón limpio verán a Dios y eso no se comparará con ningún otro premio jamás.

Nicolás esbozó una tenue sonrisa, alisó el diploma que tenía en la mano y desde ese día comprendió que tener un corazón limpio es una garantía que le permitirá ver el rostro del Señor.

Salmo 24: 3 – 4a “¿Quién subirá al monte del Señor?

¿Y quién estará en su lugar santo?
El limpio de manos y puro de corazón…”

Salmo 51:10 “Crea en mi, Oh Dios, un corazón limpio
Y renueva un espíritu recto dentro de mi”
Autora: Graciela Otranto

graceotranto@gmail.com
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Escrito para www.devocionalinfantil.com

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