Un hombre rico – Graciela Otranto – Devocional Infantil

Un hombre rico

Lucas 12:15
“Y díjoles: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”

Había un hombre que se decía muy rico. La gente de la ciudad le abría paso cuando él llegaba y corrían a atenderlo en las puertas cuando él entraba. Todos lo miraban con admiración y muchos soñaban con poseer su fortuna. Cuando había alguien que tenía alguna necesidad, de medicinas, alimentos o ropa con que cubrirse, el tal señor pagaba y decía que lo pongan a su cuenta. Por eso las personas lo apreciaban sinceramente. Compraba libros, golosinas y juguetes para los niños. Visitaba los asilos, los orfanatos y los hospitales. La gente necesitada siempre recurría a él y nadie se volvía con las manos vacías.

Pero lo que más sorprendía de su historia era que trabajaba humildemente y sin descanso, para un millonario, avaro, ambicioso y egoísta. Pero eso no tenía demasiada importancia porque él siempre decía que era un hombre rico.

Después de unos cuantos años, este buen señor se enfermó y ya no pudo trabajar más. Aún así, él siempre atendió a quienes les pedían ayuda y seguía cargando a su cuenta los gastos de los necesitados. Por el pueblo corrió el rumor que el millonario para quien él trabajaba, no tuvo misericordia y lo abandonó a su suerte. Igual el hombre bueno, lo recordaba con afecto y oraba por él como lo hacía por las demás personas.

Un día golpeó a su puerta el empleado de un banco. Resulta que su cuenta estaba en problemas, ya no tenía fondos para responder por los otros como lo venía haciendo. El buen señor, lo miró con tristeza y pensó: “¿Qué será de toda la gente que venía por ayuda?”. Así que sin perder tiempo, buscó en uno de los cajones y sacó una llave.

— Tome a cuenta esta propiedad –le dijo con firmeza entregándole la llave de su casa – Pero por favor siga pagando mis cuentas.
Al empleado se le llenaron los ojos de lágrimas.
– Pero señor – le dijo con pesar – ¿No es acaso usted un hombre muy rico? ¿Por qué empeñar su vivienda a riesgo de quedarse en la calle?
– Tiene usted razón, Soy un hombre muy rico – le contestó el buen hombre con una paz especial en la mirada.
– ¿Entonces no tiene usted otro bien para hacer frente a la situación, que no sea esta propiedad?
– Mire joven, esta propiedad no forma parte de mi tesoro, es sólo algo que con el tiempo desaparecerá. Mi riqueza, la que nadie me podrá quitar, consiste en el amor de la gente, la sonrisa de los niños, la medicina de los pobres, el pan de los ancianos. Mi riqueza no es esta propiedad y las monedas que aún me quedan en el banco. Soy rico porque Dios siempre me sostuvo, porque me ha salvado, me ha dado fuerza y sabiduría para el bien y para ganarme el afecto de la gente. Por eso soy un hombre rico.

El empleado lo escuchaba conmovido. Estaba recibiendo la lección más importante de su vida.

– Rico es el que tiene todo tipo de riquezas y no sólo dinero. El que sólo tiene dinero, puede que sea una persona muy pobre. Pero esto querido –le dijo el hombre con voz pausada – es una sabiduría que el mundo no quiere comprender.

Con el tiempo al buen señor le cerraron la cuenta bancaria porque ya no tenía dinero. A pesar de todo, seguía siendo un hombre rico porque vinieron en su ayuda muchas de las personas a las que él les había tendido una mano. Nunca estuvo solo, nunca le faltó nada. “Dios es fiel” repetía el buen hombre con una sonrisa de paz en los labios, hasta el día en que finalmente descansó en los brazos del Señor.

Textos Bíblicos
Lucas 12:19-21 Conclusión de la Parábola del rico insensato “Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios”
Lucas 12: 34. “Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”

Autora: Graciela Otranto
graceotranto@gmail.com
http://graceotranto.blogspot.com.ar/

Escrito para www.devocionalinfantil.com

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